Recibió este nombre al aislarse por primera vez de los erizos de mar (sea urchin), o equinos. Estos equinos vienen del griego ἐχῖνος, echînos, y no tienen ninguna relación lingüística con el adjetivo y sustantivo equino referente a los caballos, puesto que viene de la raíz latina equīnus. También debe quedar claro que el equi- de echînos tampoco tiene ninguna relación con el prefijo equi- (del latín aequi-, igual) que aparece en equivalente, equidistante, equiángulo, equilibrio, equinoccio, etc.
Nuestros equinos pertenecen a la clase Echinoidea, o sea, son equinodermos (ἐχῖνος, echînos → erizo, y δέρμα, derma → piel). Por eso, habría que haberse planteado que la traducción echinenone → equinonona, a pesar de que la traducción más usada, y sancionada por el VCTRAC, sea equinenona, uno de los tantísimos calcos del inglés que superpueblan la ciencia.