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8 mar 2021

Vacunas contra enfermedades, pero anticuerpos contra epítopos, antígenos o patógenos

Cuando Edward Jenner ideó la primera vacuna en 1796 contra la viruela, ni se conocía lo que causaba la enfermedad ni se sabía por qué la vacuna nos protegía de la viruela. Hoy sabemos que contenía el virus de la viruela de las vacas, si bien los datos actuales apuntan a que la linfa de Beaugency que se utilizó para producir la vacuna a gran escala por todo el mundo realmente contenía el virus de la viruela del caballo, por lo que sería mejor que habláramos, como sugiere @microBioblogde equinación en lugar de vacunación. Eso la convierte en el perfecto caso que demuestra que las vacunas nos protegen de una enfermedad, independientemente del antígeno que se use para vacunar. Y eso que, desde los comienzos del siglo XIX, no dejan de aparecer ejércitos de antivacunas esgrimiendo argumentos llenos de mentiras, pero no es de eso de lo que quería a hablar.

La primera idea que se deduce de lo anterior es que las vacunas son contra las enfermedades. También se pueden nombrar con el prefijo anti- yuxtapuesto a un adjetivo derivado de la enfermedad (antigripal pero no antigripe, antirrábica en vez de antirrabia, antiherpética y no antiherpesantipoliomielítica, pero no antipolio). En la página de vacunas de Medline Plus encontraréis algunos ejemplos. Eso sí, las vacunas nunca son contra el antígeno.

La segunda es que, como parte de la respuesta inmunitaria (immune response), los anticuerpos actúan contra los epítopos de los antígenos que llevan los patógenos (estén o no formulados como vacunas). Al igual que estas, también se pueden nombrar por yuxtaposición del prefijo anti- a un adjetivo derivado del antígeno (antimurínico y no antirratón, antiglucoproteínico y no antiglucoproteína). En ningún caso debe decirse anticuerpo de ni anticuerpo para (antibody to). Finalmente, los anticuerpos nunca son contra la enfermedad.

Así pues, las vacunas contra la enfermedad denominada COVID-19 provocan la aparición de anticuerpos contra el antígeno del coronavirus causante (anticoronavícos), o más en concreto, contra la proteína de la espícula (antiespiculares). Por tanto, tendremos:

  • Vacuna contra la COVID-19, pero no contra el coronavirus.
  • Vacuna anticovídica, pero no anticoronavírica y mucho menos anticoronavirus.
  • Anticuerpos contra el coronavirus, o contra el SARS-CoV-2 o contra la proteína S, pero nunca contra la COVID-19.
  • Anticuerpos anticoronavíricos, pero no anticovídicos ni anticovid ni anti-COVID-19.
El sarampión está provocado por un paramixovirus del género Morbillivirus. La vacuna contra el sarampión utiliza el virus atenuado para protegernos al generar anticuerpos contra las glucoproteínas H y F de su superficie.

La gripe (enfermedad) está provocada por el virus de la gripe o influenzavirus, de la familia de los ortomixovirus. La vacuna contra la gripe (o antigripal) induce anticuerpos contra las glucoproteínas H y N que aparecen en la superficie de estos virus.

Y así con todas las vacunas y todos los anticuerpos que existen, sean naturales o biotecnológicos.

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