Quién le iba a decir a Wilhelm Ludvig Johannsen, fisiólogo, botánico y genético danés, acuñador de términos duraderos como son biotipo y fenotipo, que en 1909 iba a proponer en alemán un exitoso neologismo para la unidad de información hereditaria: gen. Lo construyó a partir del lexema γενής (genós → 'raza', 'origen', 'nacimiento') que también se podía usar como prefijo γεν- (gen- → 'que genera', 'dar a luz'). El propio Johannsen empezó a acuñar neologismos derivados de él, como genotipo. Hoy ya damos por hecho que cualquier término que empiece por gen/geno tiene que ver con genes y genomas, e incluso con genética.
Como los caminos etimológicos son incontrolables, poco después, en 1920, el botánico alemán Hans Winkler propuso genom ('genoma') para designar lo que conocemos como el conjunto total de genes presentes en una célula. Este neologismo probablemente surgió de la contracción de 'gen' y 'cromosoma', sin tener en cuenta que el segundo término contenía el sufijo σῶμα (sôma → 'corpúsculo celular'), que pasó automágicamente a ser ωμα (ōma → 'estructura biológica', 'conjunto'). Un siglo después, este sufijo se usa para referirnos a conjuntos de objetos de estudio en una célula u organismo. Tenemos así epigenoma (conjunto de marcas epigenéticas del genoma), metagenoma (conjunto de genomas de una comunidad de microorganismos), transcriptoma (conjunto de transcritos), proteoma (conjunto de proteínas), exoma (conjunto de exones), metaboloma (conjunto de metabolitos), microbioma (conjunto de microorganismos, no lo confundas con 'metagenoma'), secretoma (conjunto de sustancias secretadas), interactoma (conjunto de interacciones), miRNoma (conjunto de miRNA), y así un cada vez más largo etcétera. Todo esto se ha acuñado en inglés, pero se traduce sin problema.
Sí que nos ponen en un aprieto los que se han acuñado con raíces del inglés en lugar de las grecolatinas, como diseasome para referirse al conjunto de enfermedades, para el que disisoma o diseasoma no parecen muy apropiados. Mejor sería el híbrido enfermedoma e incluso patoma y morbidoma, pero descartaría los aparentemente válidos 'nososoma’ o ‘morbosoma' porque hacen pensar que el sufijo formante es -soma y nos llevaría a un significado muy distinto (como la sutil diferencia entre sicología y psicología).
Y todavía hay más: la ciencia que estudia cada uno de los conjuntos (-omas) antes mencionados se obtiene con el sufijo -omics → '-ómica', con lo que tenemos genómica, epigenómica, metagenómica, transcriptómica, proteómica, metabolómica, interactómica, secretómica, etc., que reciben en conjunto el nombre de ómicas. Tan exitosa forma de fabricar neologismos científicos ha traspasado sus fronteras, y nos encontramos con que existe la culturómica (culturomics) como la aplicación del tratamiento masivo de datos para el estudio de la cultura humana en función del comportamiento histórico o cultural. A mí me ha recordado la piscohistoria de Asimov.
Todo esto no es más que un aperitivo de lo que puedes encontrar en el libro Terminología, neología y traducción recién editado por Comares.
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